Fiebre en el sudoeste chubutense





Se sienta en un banco y se deja quemar el rostro por el sol, que parece más bajo que nunca y recuerda a los pueblos de la cordillera chubutense, en los que el sol quema y es intolerable. 
De fondo se escucha música, alguien dentro de la casa escoge una pista, nadie molesta a la visita que está sola en el jardín y que de nadie necesita, no hay necesidad de hablar, cualquier otra actividad perturbaría el deleite de todos. Dentro de la casa, la sombra, la brisa que entra por las ventanas es también agradable, todos están curiosamente en paz, el momento de disfrutar ha llegado y se entiende que hay que dejarlo ser.