El fin del mundo



La Coca-Cola, los sándwiches de miga y lo de Sandra, el gordo grasa de los fiambres
“Magatote” y las tetas inimaginablemente grandes de la amiga de mi vieja.



Llegamos a la plaza de Piedras, y ya estaba por amanecer, me dice que tiene cocaína, quería que yo probara. Unos minutos antes habíamos estado teniendo sexo en el baño del hostel, mientras Ezequiel dormía y el recepcionista, que no hablaba ni español ni ingles, no entendía, ni sabia como decirme que no podía entrar una visita a las 5 de la mañana. Por supuesto le dije que si, aunque no sin antes vacilar un poco, aspiramos varias líneas.